Publicado en el periódico El Norte de Castilla.
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Beatriz Pitarch: «En Irán todos tienen que aparentar ser los más »
17.07.10 - SANDRA CANTALEJO | SEGOVIA.
-¿A qué hace referencia el título del libro?
-El chador es una especie de sábana que sirve para cubrirte todo el cuerpo excepto la cara. Es de uso voluntario pero está muy extendido. Lo llevan de color negro y cuando alguna vez necesitábamos usarlo para entrar en alguna mezquita nos lo daban azul, lo que hacía que siempre supieran que éramos extranjeras.
-¿Cómo surge la idea de escribir y publicar ’El chador azul’?
-Mi madre y yo decidimos viajar a Irán para conocer el país, lo que fue una experiencia inolvidable. Entre que el destino no era muy convencional y que mi madre necesita una silla de ruedas para desplazarse, el viaje se prometía diferente. Con la intención de que mi madre tuviese el mismo recuerdo bonito que me quedó del viaje me puse a escribirlo todo, luego mi madre me convenció para llevarlo a una editorial para que lo publicasen y la editorial Laertes lo hizo.
-¿Cuánto duró el viaje?
-Tan sólo 15 días, por eso el libro es cortito. El viaje fue de turismo, sin pretensión de hablar de política ni del régimen, simplemente íbamos a ver los monumentos y las mezquitas, pero lo que nos ofreció el pueblo iraní era mucho más.
-¿Qué tipo de libro se encuentra el lector?
-Es un diario de viaje pero novelado, porque los diálogos se intercalan y hay cierta trama aunque sigue el orden cronológico del viaje y está basado en hechos reales. No hay nada de casualidad, todo pasó.
-¿Qué le sorprendió más?
-En el lado positivo la hospitalidad iraní, nos impactó la forma de darte todo sin pedir nada a cambio y agradecernos visitar su país. Extrapolándolo aquí no me veo dando las gracias a un japonés por visitarnos. En el negativo, la obligatoria religiosidad que lleva a una falsedad e hipocresía inmensa; allí todo el mundo tiene que aparentar ser el más religioso.
-¿Cómo es la experiencia de viajar dos mujeres solas por Irán?
-Volvería a repetir el viaje con una mujer más que con un hombre porque la división de sexos está muy marcada. Las mujeres no pueden ir en la parte delantera en el autobús y han de entrar por entradas diferentes a las de los hombres en el aeropuerto.
-¿Y dependiendo de una silla de ruedas en un país casi sin infraestructuras?
-Si hubiéramos sabido que era tan difícil viajar con la silla de ruedas por el país nos lo hubiéramos planteado. Nos lanzamos pero nos valió la pena.
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Artículo original disponible en este enlace